Ramiro Hernández López
Socio-Director de HP y Asociados, S.C.-
Consultor en Comercio Exterior e Instructor certificado del SAT

México ha crecido en las últimas dos décadas, como uno de los países más globalizados del mundo, no obstante, seguimos buscando acuerdos y tratados, como con Panamá, Turquía o Jordania.

 

Si revisamos las cifras oficiales del Departamento de Comercio Estadounidense, solamente Estados Unidos de América y México lograron un nuevo récord en 2013, dentro de su comercio bilateral con más de 506 mil MDD (millones de dólares); esto significa que las exportaciones mexicanas ascendieron a 280,450 MDD en el mismo periodo, un 1% más altas que 2012, lo que permitió al país un superávit comercial de 54,303 MDD sobre Estados Unidos. Las exportaciones de Estados Unidos a México por su lado ascendieron a 226,153 MDD el año pasado, un 4.7% más altas que en 2012, es decir, la balanza comercial ascendió a 506,609 MDD el año pasado.

 

Mientras la propaganda en los tres países, pero principalmente en México es a favor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y refiere sus beneficios a nivel macroeconómico, los resultados para algunos sectores, como ejemplo, el agro mexicano, ha resultado muy desfavorable, sobre todo para los campesinos y agricultores, denominándolo como la principal causa de la postración que vive hoy en campo nacional.

 

Hace dos años, diversos catedráticos y especialistas de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) exhibieron una realidad arrebatadora: 72% de los productores están en quiebra; 29% del total de tierras (ejidales y comunales) se encontraban en proceso de cambio de dominio para ser propiedad de empresas transnacionales; más de 29 millones de agricultores no pueden adquirir la canasta básica, y sólo 3.9 millones de personas tienen acceso a algunos productos que la integran. En la última década, el costo del agotamiento y la degradación ambiental provocados por el acuerdo trilateral equivalía al 10% del PIB (Producto Interno Bruto); las comunidades indígenas organizadas bajo la modalidad de tierra colectiva estaban desmanteladas y la participación del sector primario en el PIB nacional se redujo, lo que se traduce en un despoblamiento gradual y constante del campo.

 

Algo muy real es que, de acuerdo con cifras gubernamentales, en la zona del libre comercio del TLCAN residen cerca de 450 millones de personas, y la región alcanza una producción combinada de 17 billones de dólares, lo que refleja el enorme potencial que tienen los mercados de los tres países.

 

Quienes tienen voces a favor, desde que el TLCAN entró en vigor, los niveles de comercio e inversión de las tres naciones se han incrementado, generando un crecimiento económico sólido y constante, la creación de nuevos puestos de trabajo y una mayor variedad de servicios y bienes de consumo a mejores precios beneficiando a empresas, consumidores, familias y trabajadores del bloque; la zona de libre creada representa un mercado potencial que produce más de 11 billones de dólares en bienes y servicios.

 

Cara opuesta, la apertura comercial significó que México dependiera de las importaciones de maíz proveniente de Estados Unidos, mismas que se multiplicaron por 15 desde 1994.

 

Como muestra, durante el segundo y tercer trimestre de 2011, el mercado nacional hubo de recurrir a importaciones del maíz internacional para solventar la demanda que en otros años fuera atendida con maíz cultivado en el ciclo otoño-invierno, misma que en esta ocasión fue limitada por heladas al inicio de 2011, de esta manera, los precios del mercado internacional influyeron para que el maíz alcanzara precios máximos históricos en México; del otro lado de la frontera, el maíz es el cereal forrajero con mayor producción, con el 90% de toda la producción, mientras en nuestro país, la superficie ocupada por cultivos de maíz, no es ni la mitad.

 

La liberalización comercial beneficia a empresas productoras, favoreciendo su competitividad frente al resto del mundo, gozando de una oferta mayor de insumos a mejores precios. Durante los primeros siete años del TLCAN la producción en América del Norte creció más de 30%, comparado con el incremento de casi 20% en siete años previos a la entrada en vigor del mismo. El TLCAN ha disminuido costos e incrementado las opciones de los consumidores. Desde 2003, prácticamente todo el comercio trilateral está libre de aranceles, expandiendo aún más los beneficios de este acuerdo.

 

Lecciones de Historia y Economía

En 1987, cuando era candidato a la presidencia, Carlos Salinas de Gortari, se percibía una enorme duda sobre el libre comercio, no estaba de acuerdo con la visión de Ronald Reagan de un mercado común y participar en negociaciones de un acuerdo comercial, considerando la asimetría entre los dos socios y concibiéndola como un problema insuperable.

 

Tres años más tarde en Washington, la duda, mágicamente desapareció, había aprendido rápidamente que la forma más adecuada de llegar a los inversionistas norteamericanos, era atraerlos con negocios en México. Veinte años después, los ciudadanos estadounidenses ya reconocen los beneficios e importancia de la participación económica en el extranjero y perciben que aumentando los lazos comerciales y de negocios con el resto del mundo beneficiaría a su país.

 

En noviembre de 1990, el presidente Salinas se encontraba en una etapa muy difícil, porque el presidente Bush insistió demasiado para que el petróleo fuera incluido en las negociaciones, mientras que él abogaba para incluir la libre circulación de personas; al final, coincidieron que ninguno de los dos temas se incluyeran en el proyecto. Hoy en día, las cosas han cambiado, tomando en cuenta la reciente aprobación de la reforma energética que permite la inversión privada extranjera en la industria petrolera hasta entonces monopólica, de facto, México se convierte en un socio muy atractivo de Estados Unidos, los países de la Cuenca del Pacífico y de la Alianza Transatlántica. Sería extraordinario si el tema tabú de la libre circulación de personas en el hemisferio norte pudiera abordarse con la misma facilidad con la que pueden hablar de los intercambios de energía.

 

El TLCAN ha tenido un impacto positivo en los tres países, con pocas excepciones, como el transporte por carretera, donde los Estados Unidos no han cumplido; Canadá y México se han convertido en economías mucho más estables y los consumidores se han beneficiado, principalmente en México, que tenía una economía excesivamente proteccionista.

 

Hoy en día, México es considerado como uno de los principales mercados emergentes, exportando una amplia gama de productos manufacturados que van desde automóviles y refrigeradores a teléfonos celulares, siendo en 2009, México fue el mayor exportador de televisores de pantalla plana en el mundo.

 

Por supuesto, no ha sido la panacea que sus defensores prometieron; a lo largo de estos años, no ha sido un factor fundamental en la activación de la economía mexicana, ni la principal fuente de creación de empleo.

 

Es sorprendente que, ha habido tan pocas controversias y las que han surgido se han resuelto de una manera civilizada utilizando los mismos mecanismos producidos por el tratado. Entre los beneficios del tratado hay una que llama la atención: los mexicanos perdieron el miedo a negociar; después del TLCAN, México ha firmado 12 acuerdos de libre comercio con 44 países, y ha sido invitado por el presidente Obama a que se asocien con ocho países de la Cuenca del Pacífico a través de la Asociación Trans-Pacífico (TPP).

 

La posición de Barack Obama en los acuerdos de libre comercio no es nada clara. Como senador, fue uno de los opositores más abiertos del pacto con México y Canadá, pero votó a favor de un acuerdo de libre comercio con Perú (que fue modelado después del TLCAN); luego votó en contra del CAFTA (tratado de libre comercio con cinco países centroamericanos y República Dominicana. Ahora, él está pidiendo al Congreso para su aprobación el comercio por vía rápida para los dos acuerdos comerciales, uno con países del Pacífico y otro con la Unión Europea.

 

Hoy, los equipos negociadores de México, discuten los detalles de un gran acuerdo comercial como el TPP (Acuerdo de Asociación Transpacífico, formado por Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Estados Unidos, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur, Vietnam, Perú y México), quienes suman una tercera parte del comercio global. Existe la propuesta de TTP12, con la incorporación de Corea y hasta un TPP17, que entre otros sumaría a China.

 

Como toda invitación, tiene sus restricciones; ya que las negociaciones no solo se ciñen al tema comercial, arancelario y de negocios, también implica una serie de acuerdos regulatorios, ambientales y propiedad intelectual; México llega como un invitado más y que, de acuerdo al tamaño de las otras economías, tampoco tendría mucha capacidad de imponer ideas o ajustes. El tiempo y las reglas del juego dependen de la dinámica de los países más grandes presentes en este tratado, algunas incluso, más restrictivas que las que tenemos actualmente en el TLCAN.

 

Por su parte, Estados Unidos está usando su capacidad de compra como anzuelo para imponer en los países firmantes obligaciones que protegen los intereses de empresas estadunidenses en esos países, como penas por casos de usos de propiedad intelectual que hoy están permitidos en la legislación vigente; es allí donde sería mucho más rentable para México ir a fondo con un TLCAN “Recargado” que entrar al TPP, ahondando en temas migratorios, de intercambio de servicios de salud, acuerdos fronterizos e incluso educativos.

 

Mito vs Realidad

1.- El TLCAN no ha logrado sus objetivos principales de expandir el comercio y la inversión entre Canadá, Estados Unidos y México. Desde su entrada en vigor, el comercio entre los países miembros se ha más que triplicado. México se ha convertido en uno de los mayores receptores de inversión extranjera directa entre las economías emergentes.
2.- El TLCAN ocasionó una pérdida de empleos Con la entrada en vigor del TLCAN, el empleo total, generándose casi 40 millones de empleos en la región.
3.- El TLCAN perjudica a los trabajadores debilitando las normas laborales, reduciendo salarios e ingresos. Los países socios negociaron e implementaron un acuerdo paralelo de cooperación laboral, el Acuerdo de Cooperación Laboral de América del Norte (ACLAN), buscando mejorar las condiciones laborales y nivel de vida de los trabajadores, así como, proteger, mejorar y hacer valer sus derechos básicos
4.- El TLCAN debilita la soberanía nacional y la independencia. El TLCAN es concebido para facilitar el comercio y la inversión, respetando el marco cultural y legal único de cada país, permitiendo mantener su soberanía e independencia.
5.- El TLCAN no ayuda en absoluto al medio ambiente. Los socios negociaron un acuerdo paralelo sobre cooperación ambiental: El Acuerdo de Cooperación Ambiental de América del Norte (ACAAN), donde se comprometen a trabajar juntos para crear conciencia y mejorar la protección del medio ambiente, exigiendo que se cumplan eficazmente sus leyes ambientales.
6.- El TLCAN perjudica al sector agrícola. El TLCAN ha dado como resultado una mayor integración del comercio agrícola y agroalimentario en América del Norte.
7.- El TLCAN tiene un impacto negativo en la base manufacturera de América del Norte Desde su entrada en vigor, los fabricantes han disfrutado de mejor acceso a materiales, tecnologías, capital y talento disponibles en la región, mejorando su eficiencia e incorporando mejores tecnologías, siendo más competitivos en su país y el mundo.

 

Puestos los pros y contras en la misma mesa, ¿Vale la pena nuevas aventuras comerciales o dedicar esa energía en hacer más profunda una relación de cercanía que ya está en otro proceso de maduración?…..Hasta la próxima entrega!!!

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